martes, 13 de julio de 2010

Día a día el sentido, la inmortalidad




Intentemos despejar. Digamos que me llamo Juan o John o Juana, en fin, como quieran llamarme y llevo un trabajo cualquiera como pasear perros, atender una oficina o limpiar una casa. En este momento, estoy tirado en una poltrona azul de cuero imitación, para muchos un insulto a la estética de cualquier casa, para mi todo un tributo a la comodidad, observando cómo los mosquitos dan vueltas alrededor de un bombillo.

Puede ser azar, pero cualquiera de los mosquitos podría ser yo. Toda luz es calor, las mujeres cansadas en la lista de viernes por la noche con su perfume diciendo “hola.. ¿qué tienes para mi hoy?” un tazón de chocolate caliente o “la luz de la palabra de Cristo te salvará”, a la que acuden en ráfagas humanas algunos de mis amigos el sábado al teatro ubicado en alguna zona de la calle 13 para que la soledad sea menos infernal. Pienso también en la luz de una pantalla de cualquier café internet, en la contraseña del messenger, el clic de alguna ventana de algún desconocido que me llama y al cuál saludo sin saber que decir, unos labios, el pico de una botella de cerveza, el aire impersonal de una secadora de manos de baño público. Imagino mil cosas, recuerdo algunas del día que ha pasado y sigo observando con mayor atención los tres o cinco zancudos que dan vueltas alrededor del bombillo. A veces los envidio, ahora que prendo mi cigarrillo y tiro las cenizas en cualquier hueco de la vieja poltrona, pienso que ellos tienen centro, torpes, hasta que alguien como yo los inmortaliza en cualquiera de estas paredes que debe parecer para ellos el infinito.


¿Que será un bombillo para un zancudo? ¿Cuánto tiempo dura el centro para un ser vivo?. Los seres humanos por estadística duramos en promedio unos 75 años si no nos conectan a alguna pared como un celular cualquiera, ¿cuánto dura el centro?¿cuánto dura nuestra necesidad por el centro hasta que distraídos tomamos otros rumbos y algo o alguien nos inmortaliza en nuestro infinito? .Pienso que tengo muchos centros en tanto muchas vidas hasta en un mismo día. Soy el que gira en torno a los deberes hasta las doce del día y luego los labios de alguien me acercan cada vez más hasta que me siento en el útero. A veces el calor de una charla me llama y me siento parte de la tribu, hasta cuando recuerdo que a las 20 horas van dar el especial de U2, entonces quiero llegar rápido a casa y ser parte de ese ojo que me cuenta cosas. Otras veces me levanto creyendo que va a ser mi día, imagino todo lo que puedo conocer, imagino que hay alguien al otro lado observándome pero yo estoy adentro en esa foto y es a mi a quien se le puede preguntar todo tipo de cosas acerca del olor del lugar, a que saben las mañanas, como preparan el ajo o cual es la anécdota que más me gusta relatar.



Entonces, dejo de mirar fijamente el techo y apago el despertador para buscar el centro que se me suele perder cuando me aburro en exceso y vuelvo a caminar en fila como las hormigas.

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