¨Los abalorios que nos ha regalado
han fortalecido nuestra propia miseria,
pero como nos sabemos desnudos
el ser se posará en nuestros pasos cruzados.
Y mientras nos pintarrajeabanpara que saltásemos a la urna cineraria
sabíamos que como siempre el viento rizaba las aguas
y unos pasos seguían con fruición nuestra propia miseria¨
Fragmento de Lezama Lima de Pensamientos en el Habana.Todo en la vida son fragmentos, hasta estar sentada aquí haciendo el esfuerzo de hilar sentencias con los pedazos de mundo que caen en mis manos. Pienso en la metamorfosis de Ovidio y la consigna del mundo Lezamiano donde todo es una constante transformación. Es decir, lo que se quedo atrás, no es una pieza para conciliar, tampoco es un conflicto. Entonces me veo en la resaca del espejo de la mañana, desprovista de todos mis abalorios, de esos que usaba en mi vida en Bogotá. No solo joyas y pashminas, también imprecaciones y argucias hechas de palabra, pretensiones de ser algo frente a la mirada de los demás. Los demás, esa obligación de día a día para secarse el cabello y procurar bajar de peso, como si mi ayer fuera el de una muñequita intentando demostrar que era real. Y ni siquiera hablo de los Otros, porque eso es una isla en la urgencia de encontrar significado en el aislamiento, hablo de los demás, como esa multitud sin rostros específicos, de la cual tengo noción en los sueños como fierros que llaman desde la profundidad de la libre asociación.
Es distinto con las personas que amo, son mis presencias aún aquí, donde hago mis fiestas cada día en mi piso de astros. Puedo decir que soy feliz, me gusta estar sin el teatro de los demás cada mañana. Pueden juzgarme como mala hija por que no extraño ahora el seno de mi patria, pero creo que mi país es cualquier lugar donde pueda izar la bandera de mi libertad sin condicionales. Soy la huérfana que tiene muchos padres y madres, me adopto constantemente y es ahí donde hallo mi espacio; pertenezco a lo que amo, no a lo que debería amar, que es el otro modismo para la tradición.
El único tiempo posible está en el corazón, en la sien que late, en el círculo de la respiración. El espacio es la pausa entre el impulso vital y el pensamiento. Mi realidad está donde están mi tiempo y mi espacio, lo que sigue es sólo ruido. La miseria es en tanto vivir en la superficie de las cosas, en la distancia de los que nos hace reales.